Gobiernos de oficina
Leyes no escritas
Por José Luis Loyo Ochoa
Veracruz, Ver. MX. Hace ya varias décadas que estamos en ésta noble tarea de la pluma y, hablar de décadas lleva consigo el haber sido testigo del pasar de varios gobiernos, es decir, haber sido testigos de la forma de gobernar de quienes han pasado por esa silla, por lo general casi todos los que han llegado al gobierno de Veracruz han sido personas que han pasado más tiempo en el Palacio de Gobierno que en los municipios del Estado y menos aún se han apersonado en las catástrofes que han aquejado a la ciudadanía.
No es critica hacia los anteriores gobernantes, como se dice en la jerga de los maestros, cada uno de ellos lleva su propio librito, así, en los gobernantes cada uno tiene su propio estilo de ejercer su función, pero, como en las guerras, que los generales se quedan para guiar a sus soldados y ejercer desde la retaguardia sus planes de ataques o defensas, con los gobernantes sucede igual, se tiene un cuerpo de secretarios donde cada quien ejerce el papel que le corresponde, quedando quien gobierna en ese Palacio a la espera de que le rindan sus informes cada uno de los miembros de su gabinete, al menos la costumbre así era en los gobiernos anteriores hasta unos tres o cuatro hasta el actual.
Podemos decir que es en la época de un Dante Delgado cuando la inquietud de quien va de gobernante le hace salir de Palacio para tratar de ver más de cerca las acciones que la ciudadanía requiere y cuales son las soluciones más apremiantes para la resolución de lo que se presente, podemos decir que con un Dante Delgado empieza la nueva etapa para ejercer lo que hasta el día es la actual forma de gobernar, pero ese molde sufre cambios con la llegad del licenciado Fidel Herrera Beltrán, quien, desde su llegada manifestó que su forma de gobernar sería de cara al pueblo, recorriendo municipios, rancherías y todas las congregaciones de nuestra entidad, podemos asegurar al momento que no existe una sola franja de nuestro Estado que el gobernador no haya visitado, bien para constatar ese estado que deja una catástrofe o para llevar algún tipo de beneficio para sus habitantes.
Ha sido tan incasable la labor de un Fidel Herrera que ello nos obliga al análisis sobre el que habrá de venir como su sucesor, y si quien así lo logre, si sale de las filas partidistas del actual, habrá de tener que llenar un hueco demasiado grande, una tarea muy difícil al que, de tocarle ser el elegido, tendrá que trabajar aún más duro que el actual para darse a si mismo el lugar que venga ha ocupar.
A no dudar que un Fidel Herrera se arriesga más de lo que debería asumiendo ese papel de jefe sumamente celoso de su deber, que actuación que le hace apersonarse en todos los puntos donde surge problema, bien por catástrofes naturales o bien por accidentes y descuidos del mismo ciudadano, pero el caso es que éste señor rompió un molde que le hará ser recordado por varios gobiernos que vengan después del suyo, de eso estimado lector no existe duda, ahora la ciudadanía se ha acostumbrado a tener siempre a la mano a quien sabe le solucionará los problemas que les aquejen.